Una niña de 12 años, procedente de Marruecos, cruzó la frontera de Ceuta con la ayuda de traficantes, revelando un caso excepcional de migración infantil. A pesar de que inicialmente afirmó haber llegado a nado desde Argelia, confesó que sus padres pagaron 5.000 euros para que fuera introducida clandestinamente en la ciudad autónoma. Este caso pone de relieve el creciente fenómeno de menores no acompañados que llegan a Ceuta, mayoritariamente varones, y las dificultades que enfrenta la ciudad para gestionar la creciente presión migratoria
El pasado sábado, los agentes de la Jefatura Superior de Ceuta se enfrentaron a una situación sorprendente cuando una niña de tan solo 12 años llegó a la ciudad autónoma tras cruzar la frontera desde Marruecos. Según informó El Confidencial, la menor, llamada Miryam (nombre ficticio), se presentó en la comisaría hablando en árabe dialectal, afirmando que había llegado nadando desde Marruecos y que era de origen argelino. Esta versión inicial dejó perplejos a los policías, acostumbrados a ver a niños varones cruzar a nado, pero rara vez a niñas, y mucho menos a una tan joven. Sin embargo, la historia de Miryam pronto levantó sospechas.
Los agentes, siguiendo el protocolo de actuación para menores no acompañados, entregaron a la niña al área de menores de la Ciudad Autónoma, que se encargó de su tutela. Allí, en un ambiente más relajado, Miryam reveló a sus compañeras la verdadera historia de su llegada: no había nadado hasta Ceuta, sino que sus padres habían pagado alrededor de 5.000 euros para que traficantes la ayudaran a cruzar la frontera. Aunque inicialmente intentó despistar sobre su procedencia, diciendo que era argelina, su acento la delató como marroquí. Finalmente, confesó ser de Chaouen, una localidad en el Rif marroquí, a unos 140 kilómetros de Ceuta.
Según la investigación publicada por El Confidencial, Miryam habría sido instruida por los traficantes para ofrecer información confusa a las autoridades, probablemente para proteger a quienes la ayudaron a cruzar. Los investigadores creen que sus padres la acompañaron hasta Castillejos, una ciudad marroquí cercana a Ceuta, donde fue escondida en un vehículo con doble fondo, una técnica comúnmente empleada por traficantes en la región. Una vez en Ceuta, el conductor la dejó en un lugar discreto y le indicó que se dirigiera a la Jefatura Superior, donde relató la versión falsa de su travesía a nado.
Esta operación habría costado una suma significativa para una familia del Rif, una región pobre del norte de Marruecos. A pesar de la angustia que la niña mostró durante sus primeros días en Ceuta, negándose incluso a hablar con la policía, todo indica que no fue víctima de trata de menores, sino que su caso forma parte de una estrategia familiar para ofrecerle una vida mejor en Europa. El hecho de que algunos de sus primos ya se encontraran en la ciudad autónoma, también bajo tutela de las autoridades locales, probablemente alentó a sus padres a enviar a Miryam.
La migración de menores no acompañados, un fenómeno creciente en Ceuta
El caso de Miryam es especialmente raro debido a que, entre los menores migrantes no acompañados que llegan a Ceuta, casi todos son varones. Según los datos proporcionados por El Confidencial, actualmente solo hay ocho chicas entre los 515 menores tutelados en la ciudad, lo que representa apenas el 1,55% del total. Esto subraya la excepcionalidad del caso de Miryam, ya que es inusual que las familias marroquíes envíen a niñas en travesías migratorias tan peligrosas. En muchas ocasiones, como parece ser el caso de esta menor, las familias se movilizan para costear el viaje de los menores, a veces cotizando entre varios miembros para sufragar los gastos.
El fenómeno de la migración de menores no acompañados es una preocupación creciente en Ceuta. Desde principios de año, han llegado a la ciudad 820 menores, casi todos a través del mar, bordeando los espigones que separan Ceuta de Marruecos. De esos 820, algunos ya han cumplido la mayoría de edad y otros han sido trasladados a otras comunidades autónomas, principalmente Andalucía. Aún así, la cifra de menores tutelados por la ciudad alcanza los 515, aunque 73 de ellos han huido de los centros de acogida, probablemente en busca de la manera de llegar a la península y continuar su viaje hacia Europa.
Una presión económica y social insostenible
El creciente número de menores migrantes está poniendo una presión sin precedentes sobre los recursos de Ceuta. Alberto Gaitán, consejero de Presidencia de la ciudad, alertó en una entrevista a El Confidencial sobre las graves consecuencias financieras que esto conlleva para la estabilidad presupuestaria de Ceuta. Este año, la ciudad gastará cerca de 10 millones de euros en la atención de estos menores, una cifra que excede con creces la capacidad de las instalaciones locales, diseñadas para albergar a un máximo de 130 menores. Actualmente, la ciudad tiene alojados en sus centros municipales a 442 menores, mientras que otros 73 están en paradero desconocido.
Gaitán también advirtió que si el Gobierno central no proporciona fondos adicionales de manera urgente, la ciudad podría no ser capaz de ejecutar el presupuesto actual ni de planificar el del próximo ejercicio, lo que pondría en peligro los servicios esenciales que Ceuta debe proporcionar no solo a los migrantes, sino también a su población general. Este será uno de los temas principales que el presidente ceutí, Juan Jesús Vivas, planteará a Pedro Sánchez cuando se reúnan el próximo 22 de noviembre en La Moncloa.
El desafío de la repatriación de menores
El caso de Miryam pone en entredicho las afirmaciones de algunos políticos, como el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, que argumentan que los menores migrantes estarían mejor con sus familias y que los esfuerzos deben centrarse en su repatriación. Según El Confidencial, la realidad es que la mayoría de los adolescentes no desean regresar a sus hogares, y las autoridades marroquíes tampoco muestran interés en colaborar en su repatriación. Marruecos se beneficia económicamente de las remesas enviadas por su diáspora, que representan al menos el 8,5% de su PIB, y esto podría explicar su falta de cooperación en la devolución de los menores.
Mientras tanto, la inmigración irregular no se limita solo a los menores. Entre enero y mediados de octubre de 2024, han llegado a Ceuta 2.162 migrantes, un 149% más que en el mismo periodo de 2023, en su mayoría marroquíes, aunque también argelinos, tunecinos y subsaharianos. La ciudad sigue enfrentando desafíos cada vez mayores tanto en términos humanitarios como financieros, lo que la sitúa en una situación límite en la gestión de este fenómeno migratorio.